GOING UNDERGROUND 5. Jack ardiendo.

 

Nuestra emisora de radio local solo duró hasta 1982, antes de que los dueños cambiaran de nuevo al formato rock, aunque ya había servido a su propósito. Mi hermano Bob descubría continuamente bandas nuevas gracias a sus amigos de la escuela, y yo me empape de la mayoría de ellas con avidez. Como muchos de los punks de provincias, no me veía en lugar adecuado. Durante los años de instituto, me propuse ser lo más anti-moda posible. Criado con ropa de segunda mano comprada en Sears o Kmart, no llevaba nada que no fuese uniforme marrón o verde. No tenía necesidad de hacerme notar y la gente no se fijaba en mí. Después de una visita a nuestro mercado de antigüedades local un fin de semana, encontré una pieza de ropa que lo cambiaba todos los días que la llevaba puesta. Entre las camisetas de R&R a la venta, encontré una negra con el nombre de Sex Pistols estampado en el pecho. En ese momento, había algunas personas en mi escuela que habían escuchado a la banda, pero a pocos les gustaba su música. Apenas podía pasar por delante de alguien sin despertar algún comentario.

Paleto: ‘¿Qué es un sex pistol?’
Cheerleaders: ‘¿Sex Pistols?’
Raro, persona en la onda: ‘¡Sex Pistols, que bueno!’
Había unas pocas personas en la escuela que se vestían como punks o new wave, e incluso tuvimos algunos ‘días temáticos’ punk, aunque el conocimiento de música punk se limitaba a los Dead Kennedys y a los Sex Pistols como mucho. Era increíble lo fácil que era fastidiar y molestar a la gente con el simple juego de poner goma de mascar en la punta de un imperdible, metiéndolo en tu boca entre la mejilla y la encía, poniendo el otro extremo al exterior clavándolo en tu mejilla. Eso y una camiseta de Sex Pistols y ya eras un freak al instante. Sin embargo, si yo elegía vestirme así, había poca reacción negativa. Hay suficiente diversidad en mi escuela pública de 300 personas que no tenían un sentido rígido sobre que era normal. Al mismo tiempo, había tanta paz que incluso la gente no sabía que los punks eran algo que supuestamente había que odiar. El único comentario reaccionario universal que la gente conocía era ‘Devo apestan’
Una de las bandas que a mi hermano y a mí nos gustaban mucho eran Gun Club, cuyos primeros dos discos estaban tan empapados de la atmosfera de los pantanos de Lousiana y Texas que se nos hacía difícil creer que fuesen de L.A. además de imitar el aspecto de Debbie Harry con un efecto bastante extraño. La banda tuvo el apoyo de Debbie Harry y del guitarrista de Blondie, Chris Stein, y lograron saltar la incipiente escena indie hasta cierto punto, aunque no muchas veces podían tocar en los mismos garitos y mezclar al mismo público. Fire of Love salió en Rubi Records por medio del sello Slash, y su segundo disco, Miami, se editó en Animal Records, que era una subdivisión de Chrisalys creado por Chris Stein. Su música era una dura mezcla de punk, blues, country, rockabilly y swamp que desafiaba a las etiquetas, con canciones de rimo acelerado como Sex Beat, She’s Like Heroin to Me, Devil in the Hoods y Blood City.
Al menos la mitad de los fieles del punk de L.A. odiaban a Gun Club, mientras que otros del ala dura y rápida los aceptaron. La primera encarnación de la banda estaba formada por Jeffrey Lee y Kid Congo Powers (Brian Tristan) después de conocerse en un concierto de los Cramps.
Se llamaban a sí mismos Creeping Ritual, pero fueron convencidos por el compañero de habitación de Pierce, Keith Morris – el mismo de Circle Jerks – que Gun Club sonaba mucho mejor. En los primeros años los conciertos de la banda estaban marcados por Jeffrey Lee correteando por el escenario como si estuviese poseído por una maldición vudú haitiana; tropezando, cayendo, lamentándose y divagando. A diferencia del movimiento ‘horror punk’ de L.A. de esa época que se limitaba a profanar íconos cristianos, Jeffrey lee había hecho sus deberes. Sus canciones lo mostraban, del viejo blues de Robert Johnson al que él aceleró en Preachin’ the Blues, a otros venerables números como Cool Drink of Water de Tommy Johnson y Fire of Love de Jody Reynolds.
Antes de Creeping Ritual, Pierce estaba en una banda llamada Redlights en 1978, y salía mucho con Joe Nolte de los Last. Poco después convenció a Pierce para reunir a los Redlights, Nolte recuerda una conversación con Pierce en 1979:
‘Él había estado en medio de una discusión política, así que se lanzó a ese gran rap sobre que lo único guay que puede hacer una estrella del rock es rendirse después de tres discos y marchar a morir en alguna revolución’
Jeffrey Lee y Kid Kongo trabajaron un tiempo en una tienda de la legendaria Bomp Records, creación del fallecido Greg Shaw. Al igual que cualquier otro en L.A., Shaw y su esposa Suzy eran responsables de la difusión de la música indie. Bomp era el centro de todo, y exitosos sellos, desde Frontier de Lisa Fancher a Epitaph de Brett Gurewicz, acreditan a los Shaws por enseñarles el negocio musical. Suzy recuerda a Jeffrey Lee como a un santo terror, que le gritaba ‘¡que te jodan, perra!’ cuando se daba la vuelta para pedirle que bajase la música. Pierce era notoriamente complicado para llevarse bien con él como compañero de banda, y enfadó a no pocas personas a lo largo de su carrera. Ward Dotson, guitarrista de su primer álbum, comentaba más tarde sarcásticamente:
‘Tío, ese tipo cantaba sobre sabuesos siguiendo su pista mientras seguía viviendo con su madre’
Las otras bandas de L.A. con las que Gun Club eran contemporáneas – además de compartir diversas influencias – eran X, The Flesheaters y los Cramps. En realidad, los Cramps eran tan aceptados por Kid Kongo que incluso se lo llevaron con ellos. En vez de aparecer en el primer disco de Gun Club, Powers apareció en el clásico de los Cramps Psychedelic Jungle. Uno de los primeros trabajos de Jeffrey Lee y Kid Kongo fue la canción For The Loveof Ivy, un tributo a Ivy Rorschach de los Cramps. Está canción contribuyó fuertemente a mi imagen del sur profundo que tenían ellos, debido a la frase ‘estaba cazando negratas en la oscuridad/cuando de repente me vino una idea mejor/vamos a cazar a Ivy’. Sabiendo que el título de la canción se tomó de la película de Sidney Poitier, tengo ahora un mejor conocimiento del contexto de la frase, pero en su época me sorprendió lo espeluznantemente racistas sobre la América profunda que estos tipos eran.
En Miami, los Gun Club continuaron pisando fuerte por medio del mismo estilo musical de su primer lanzamiento, poniendo una energética versión de la canción John Hardy sobre su propia música, y saludando a la Credeance Clearwater Revival y su Run through the Jungle. Los Gun Club no eran la única banda de la escena en ser influenciados apasionadamente por CCR, ya que los Minutemen eran también devotos, realizando más tarde una grabación fiel de ‘Have You Seen the Rain?’ Incluso el anterior compañero de habitación Keith Morris, grabó una versión de Fortunate Son con los Circle Jerks para un 7” de Vinyl Fanzine. Los lazos de Jeffrey
Lee con Blondie se muestran más allá de la participación en el disco haciendo coros referenciada como DH Lawrence, que no era otra que la misma Debbie Harry.
Ya que no había mucha escena underground establecida en el sur de Florida, la banda más antigua que se molestaba en salir a tocar por sus propios medios era contratada por garitos más improbables. Unas pocas bandas como The Eat, que editaron un genial single en los 70 llamado Comunist Radio, trataron de dejar su huella en el sur de Florida, pero con escaso éxito. La huella más grande que han dejado es en el coleccionismo de discos, que a día de hoy pagan 400$ por un disco de 7” Ellos continuaron sus ediciones con otro single en su sello Giggling Hitler Records, God Punishedhe East. Un local algo habitual apareció en Hallandale Beach llamado Finder’s Lounge, que presentó a Misfits en 1981 y Black Flag en 1982 además de ser un sitio habitual para que tocaran las bandas locales. El Balkan Club cerca de Dania era otro lugar de encuentro punk.
Por palabras de nuestra emisora de radio local supimos que Gun Club tocarían en el Big Daddy’s Lounge en Hialeah, una nave industrial en el sector cubano de Miami. Era una parte de la ciudad insólita para ver un concierto, pero era parte del rumbo de este nuevo tipo de música que yo estaba descubriendo. Al igual que los Bad Brains tocando en The Edge el año anterior, un puñado de nuevas bandas con aspiraciones más allá del nivel DIY intentaban montar conciertos por medio de los métodos más tradicionales del negocio del R&R. Ya que las bandas eran todavía demasiado oscuras para muchos de los lugares habituales, se montaban espectáculos puntuales en extraños locales. Aunque el método debía haber sido menos convencional que las giras de muchas bandas hardcore, el efecto fue en gran medida el mismo. La música que cambió vidas llegó a los pueblos y a las ciudades más pequeñas por todo el país, inspirando nuevas bandas y otros proyectos creativos.
Yo todavía tenía 16 años, aunque Bob había perdido su carnet de conducir, había hecho un duplicado, y más tarde encontró el viejo. Y como nos parecíamos mucho, y mediamos los dos 1’80, tuve mi acreditación para entrar en los clubs todo lo que duró mi minoría de edad. Sin esa licencia, me habría perdido la mayoría de los conciertos de mi vida. Pasaba la inspección en la puerta con facilidad, y ese, Charlie Pickett & The Eggs, una banda que tenían un disco en directo de versiones en su mayoría sixties como la canción de los Flamin’ Groovies Shake Some Action y otros clásicos seminales, abrían el concierto. Cuando salieron los Gun Club, me sorprendió ver a Jeffrey lee en persona. No estaba seguro de haber visto su foto, y no tenía la voz que me esperaba.
Con rostro pesado y con el pelo rubio largo, parecía una versión masculina e hinchada de Debbie Harry en un mal día. Pat Morrison -originalmente en la banda punk de L.A. The Bags y futura Sra. De Dave Vanian – tocaba el bajo, vestida con su habitual estilo vampírico de encaje negro. Jim Duckworth era el guitarrista, y el batería era Dee Pop de Bush Tetras. Lo único estable en Gun Club era Jeffrey Lee y tomaba y disponía de los miembros de la banda a ritmo asombroso. Esa era la formación del Ep Death Party, y tenían uno de los sonidos más feroces de todas las distintas formaciones del grupo. Mientras que Jeffrey Lee decía a menudo que sus problemas con los miembros del grupo se centraban en tener que enseñarle a cada uno exactamente como quería que sonasen las canciones, estaba asombrado con la habilidad a la guitarra de Duckworth. Después de que Duckworth dejara la banda, Pierce lamentaba que él y Kid Congo Powers no eran capaces de reproducir lo que Duckworth hacía solo.
Ellos tocaban ruido cortante para los oídos, Duckworth atacaba su guitarra con intensidad maníaca y Jeffrey Lee gritaba a niveles insoportables y de dolor para los oídos. Yo solo empecé a disfrutar el concierto cuando me fui a una esquina de la sala y el volumen del sonido se volvió tolerable. Duckworth recuerda ese concierto bastante bien.
‘Cuando entre al club en Miami quería comer y estaba preguntando para ello’, recuerda Duckworth, ‘tratando de captar las habilidades de comunicación apenas funcionales del portero hasta el punto de que me permitiera guiar a mi persona hacia una cafetería a poca distancia del club. Alguna mujer de la escena de me acompaño a algún lugar cercano y me hablo de su vida sexual – asumo que ella estaba intentando ser interesante y provocativa. Más tarde ella estaba en San Francisco cuando fuimos allí, dejándome una nota con la dirección de su hotel, el Europa, preguntándome si estaba ‘hambriento’ – me dio un susto de muerte. Ella convenció al resto de la banda para que se quedara allí y luego se puso de heroína con Jeffrey Lee… esto fue una verdadera rareza para él’
El show fue la primera relación de Duckworth con Charlie Pickett, un antiguo operador de excavadora que impresiono silenciosamente a mucha gente a lo largo del país, incluso sin llegar tan lejos como el sur de Florida. Pickett consiguió finalmente un contrato discográfico con Twin/Tone, donde editó un disco de rock de raíces en 1986 llamado Route 33 en el que Duckworth participó. Uno de los desafortunados problemas de la época era que bandas como los Pickett solo podían tocar de forma habitual siendo parte de la escena punk, aunque su música no fuese lo que la mayoría de los punks pudiesen apreciar. Mientras que algunas bandas no estaban de acuerdo con los límites de los gustos de los punks, tenían que apreciar que al menos tenían sitios donde tocar. Sin los garitos que montaban los punks, muchas bandas indies no habrían ido a ningún lugar. Diferentes escenas tienen diferentes grados de aceptación, y aunque muchos promotores intentaban valientemente mantener abiertas las propuestas del punk, las audiencias no eran a veces tan abiertas de mente.
Charlie Pickett & the Eggs, al contrario que la mayoría de las bandas de esa época, se las arreglaron para hacer alguna gira. En un concierto en el Jockey Club de Newport, Kentucky, hicieron uno de los más finos tributos inspirados en el punk que había escuchado. Tocando para audiencias de 6 personas, tocaron Freebird de bis. Ahora Charlie podía hacer rock paleto con el resto de ellos, así que podía hacer perfectamente una autentica versión de Freebird si así lo deseaba. En el caso de que alguien se perdiese en el sarcasmo, el hacía un brillante cambio. Tenía una gran variedad de accesorios, incluyendo un avión de gira de Lynyrd Skynyrd, al que Charlie prendía fuego en el escenario.
Mi hermano Bob continuó siendo el canal principal para esta nueva música, ya que llevaba a casa más y más cintas de New College llenas de material ecléctico. El rango de estilos mostraba lo increíblemente diverso que la escena punk/indie era en ese tiempo. Muchas bandas como Hüsker Dü y Meats Puppets se desarrollaron en ambientes donde de forma inmediata tenían influencias que aprovechar y así crear un sonido más único. En L.A. había una gran pileta de talento y creatividad a menudo pasado por alto por el público que buscaba formula punk. Gente como Vitus Matare of The Last hicieron a la escena indie un gran servicio por producir a muchas bandas que aparecían en el recopilatorio Keats Rides of Harleys, que presentaba a bandas de L.A. en los márgenes de la escena punk. De esos grupos, los Gun Club, los Leaving Trains y los Meats Puppets – que eran de Arizona, pero residían temporalmente en L.A. – pasaron a dejar una huella profunda.
Estos últimos están acreditados como influencia desde los Descendents – que se inspiraban en la descarada melodía de los hermanos Nolte – a los ‘Paisley Underground’ como Dream Syndicate, Rain Parade y Three O’Clock, pero pronto se vieron a ellas mismas revolcándose en la oscuridad. Su intención de ir hacia un sonido mejor producido en su disco de 1979 LA Explosión les dio como resultado más audiencia en el programa de Rod Bingenheimer en KROQ como muchos de sus pares tenían en ese tiempo, pero alejaron a muchos de sus amigos y fans que gustaban de su sonido directo y estridente, al estilo del garaje punk de Nuggets. El cantante guitarrista Joe Nolte recordaba la ansiedad por conseguir la aprobación de sus amigos cuando se editó el disco y ser aplastados cuando Janet Houdsen escuchó brevemente una canción en casa de su madre y después bajo las escaleras para poner un disco de Middle Class. Por otro lado, no debería haberse sorprendido. Houdsen – que más tarde participo en Red Cross y en la película Desperate Teenage Love Dolls – se pasó por The Church un día y anunció que los Descendents eran horribles, porque tenían ‘todas esas harmonías’. Las versiones de L.A. Explosión, canciones que previamente fueron grabadas desastrosamente como singles lo-fi para su propio sello Blacklash, verdaderamente sonaban mucho mejor, pero no era lo que los punks querían escuchar en los crudos días de la explosión hardcore en L.A. Las canciones del disco, que fueron escritas entre 1975 y 1979, reflejaban la doble alianza que la banda sentía entre el deseo de hacer punk furioso y el deseo de hacer pop melódico.
‘Estábamos realmente tentados a coger un camino u otro’, le contaba Joe Nolte a Flipside en 1982. ‘Mira, el rollo es que éramos una banda hardcore en el 77. Era porque era lo que queríamos hacer por encima de todas las cosas en el mundo. Habíamos progresado algo a finales del 77 pero había la tentación muchas veces de hacer hardcore. Hubo un tiempo, por ejemplo, en primavera del 80, cuando Ron Reyes había dejado Black Flag, y yo me uní a la banda durante dos semanas’
El himno de The Last, She Don’t Know Why I’m Here, era una mezcla perfecta de su melodía al estilo de los Byrds con una dosis de rabia punk por medio de todo ello. Escrita en abril de 1977, capturaba inocentemente la vitalidad de tres de las más famosas mujeres jóvenes de la escena punk de Hollywood.
‘La mayoría de las canciones que escribía sobre chicas trataban en realidad de chicas vivas, que respiran, reales y específicas’, recuerda Joe Nolte. ‘Brother Mike había conocido a esas tres chicas en sus días glitter y me las presentó en enero de 1977. Salíamos juntos, a veces las llevaba a todos esos conciertos punk raros de esos días. Fue ver su reacción y cariño a esas primeras bandas punk, mientras estaba en la desafortunada situación de no poder actuar todavía, y empecé a sentirme como un chófer glorificado… las tres chicas eran Helen, Mary y Trudi. Trudi era ‘la chica con pelo de cuervo’ – ella se convirtió en la única que no era músico en tener un fanzine dedicado a ella, y se casó con K.K, batería de los lamentablemente fenecidos Screamers. Mary era ‘la chica con los ojos azul claro’ – es más conocida por los que recuerdan esos días gloriosos como Mary Rat. Helen es más conocida como Helen Killer – la chica que le dio un puñetazo a Sid Vicious por accidente en el 78’
Otra original banda rompiendo la tendencia punk eran los Minutemen, quienes todavía abrazaban la escena punk. El bajista Mike Watt, que finalmente llegó a ser venerado como uno de los mejores bajistas de la escena rock americana, tuvo unos comienzos humildes.
‘Cuando lo intente al principio en la música tenía 12 años’, le contaba Watt a Bass Player en 1995. ‘El profesor me dio un clarinete cuando yo quería un saxofón. Después de 10 semanas me dijo, ‘Watt, practicas duro, pero simplemente, no lo consigues’ Así que me rendí con la música. Seis meses después, empecé a salir con D Boon en proyectos de San Pedro, y su madre quería juntarnos para tocar música – probablemente para alejarnos de las calles. Así que después de la escuela, íbamos al local a intentar sacar las canciones de los discos – Creedence, material como ese – usando su guitarra’.
‘Eso es lo que nos intrigaba de los punk rockers: esos tipos apenas sabían tocar, pero intentaban escribir sus canciones, y hacían conciertos. Los únicos conciertos en los que podíamos tocar eran en fiestas en los patios de la gente, donde tocabas Great White Buffalo de Ted Nugent o algo parecido durante 20 minutos. También pudimos tocar en un par de conciertos patrocinados en el embarcadero de la ciudad. Tocábamos canciones de Black Sabbath y Alice Cooper, y el público nos arrojaba mucha basura. Mira, no sabíamos que se supone que teníamos que estar afinados. Pensábamos que era cuestión de gustos: ‘me gustan mis cuerdas tensas’, ‘a mí me gustan flojas’. ¡Puedo imaginarme como sonaba! Y el cantante estaría haciendo su rollo a lo Alice Cooper/Kiss, sangrando por la boca y esas cosas’
Después de una serie de viajes a Hollywood para chequear la escena punk, empezaron a esforzarse a poner el foco en la música original, y nacieron los Minutemen en 1978. Las canciones solo tenían 15 o 20 segundos al principio, pequeños trozos que tocaban para montar una gran canción. A veces D Boon daba una charla mientras George Hutley golpeaba la batería. Les gustaba la libertad del nuevo estilo.
‘D tenía un plan para la banda’, recordaba Watt en una entrevista a Ear Pollution en el 2000. ‘dejar mucho espacio para el bajo, mantener la batería rodando a un ritmo intenso, con la guitarra realmente punzante, pero sin ser Protagonista de todo el sonido, sin usar muchos acordes pesados… Minutemen… nos gustaba ser divertidos. No diversión con ironía, éramos serios, pero nos divertíamos haciéndolo. Algunas veces era simple, como en Working Men are Pissed. Diversión seria, sabes. Como preguntarte a ti mismo, ¿De qué trata esto? Eso era Minutemen: lo que estábamos haciendo y a nuestra manera, sin ser solo otra banda de rock. Se puede decidir todo: los títulos de las canciones, nuestro aspecto, todo eso. ¡Y lo divertido es que no sabíamos eso! Pensábamos que había cierta manera de hacerlo todo. ¡Era divertido! No usábamos afinador – pensábamos que era fascista. Al principio no hacíamos entrevistas – pensábamos que era burgués. Luego pensábamos que era burgués no hacer entrevistas. Era divertido, hablábamos de cosas que eran intensas, cosas de la vida – y para nosotros, lo eran’.
En los primeros años de tocar alrededor de L.A., los Minutemen eran reacios a dar entrevistas, pero incluso si las daban, no estoy seguro de que la gente entendiese de que estaban hablando. Tenían un estilo altamente visual de hablar y de escribir letras, cortante y directa, con un sugerente uso del lenguaje. Los entrevistadores sin imaginación se quedaban desconcertados.
‘Es una batalla, un maratón, como una carrera de 100 yardas, es una batalla cada vez que tocamos’, decía Mike Watt en una entrevista a Flipside de 1982. ‘Las canciones se estaban alargando, un promedio de minuto veinte en el nuevo disco y el disco Punch Line tenía entre 45 y 50 segundos. Así que lo estamos haciendo mejor... pero como cuando todo empezó era romper con lo normal, si todo es normal vamos a tener que joder las cosas. Solían escupirnos muy bien, pero la otra noche con Fear esos pequeños estaban en el escenario bailando, así que...’
‘Somos una banda de bandas, otras bandas como nosotros, pero con los chicos es difícil identificarse, cuando me metí en la escena era uno de los más jóvenes con 19 años, pero ahora esos chavales tienen 14 y los miras a la cara cuando estás tocando y es difícil, sabes, relacionarse – esta es una palabra hippie, no lo sé, es difícil comprender, ¿sabes lo que quiero decir? Así que es difícil para nosotros tocar en conciertos, y algunos son bastante beligerantes y eso me pone enfermo. Es lo que me hace odiar el punk Rock, y también los uniformes’.
‘Black Flag son amigos y empezamos a ensayar con ellos – y cuando tocas con una banda como esa, no quieres sonar igual que ellos. Teníamos que tocar toda esa música rara Negra para que todos se quedasen sorprendidos, siempre hay guerras. Si van a tocar rápido heavy metal, nosotros no podríamos hacerlo. Así que poníamos este material en marcha. Hace falta mucho para salir y hacer tu rollo. Puedo ver porque la mayoría de las bandas suenan igual, joder, nosotros lo hacíamos. Creo que, si la gente fuera más ellos mismos, habría más bandas diferentes – Nuestra banda es casi como nosotros. nos conoces y puedes decir por qué esta mierda sale del escenario. Somos payasos, puedes fingir, pero joder...’
Al igual que Minutemen fueron un descubrimiento para los punks de L.A. al que agarrarse, también lo fueron los Meats Puppets. Chris Kirkwood hablaba sobre ello en No Mag en 1982, cuando la banda estaba residiendo en L.A. y su sonido era de lo más salvaje. La banda tocaba a velocidades de locura, pero sin nada del sonido hardcore estándar. Era creatividad desértica empapada de ácido a 78 RPM. Mi hermano dijo después de verlos que ponían fin a cualquier disputa sobre cuál era la banda más rápida del mundo. Tocaban tan rápido que, según decía, era como un muro de ruido blanco.
‘Tocamos con Black Flag en Cuckoo’s Nest’, decía Kirkwood. ‘Era bueno. Era divertido. Algunos chavales se subían y cantaban con nosotros, se subían al escenario, se daban una vuelta por ahí y saltaban. Había ese rollo, esa pregunta sobre si mola o no. Iba con el rollo rockandrolero de esto. Es como ¿es esto una mierda?, ¿es una mierda? ¿parecemos una mierda? ¿vamos vestidos como todos los chavales? Y seguimos, somos completamente lo que tenemos en ese día, nos vestimos con lo que tenemos. Nos levantamos y tocamos, solo eso. Tocamos con Dead Kennedys en SF. Son bastante populares allí; esa es su ciudad. Había mucho público, unas 1200 personas, y había unos 300 o así que solo nos ODIABAN, y solo era por la forma que vestíamos. Empezaron a bombardearnos con latas de conservas, y nosotros continuamos tocando, bateando las latas. Y para el final del repertorio la gente estaba totalmente involucrada, estuvo bien’
Arizona solo estaba a 8 horas de L.A. por la interestatal, así que cada banda de gira pasaba por allí, y las bandas de Tucson y Phoenix tenían la posibilidad de romper su aislamiento e ir a L.A. a tocar conciertos. Era una situación ideal para los de Arizona, ya que rápidamente habían intimado con escenas que estaban lo suficientemente aisladas para engendrar bandas muy originales, ya que estaban expuestos a todo lo que había en el mundo punk. En Tucson, el Backstage era en un pequeño bar en la 4 avenida norte al que los punks llamaban hogar de noche, con 25 centavos por una cerveza en la hora feliz. Tuvo unos maravillosos años de conciertos antes de que ardiese en 1983. Conflict eran una de las principales bandas de Tucson en esa era, junto a Rotte Kappelle, Civil Death, Phantom Limbs, Los Seldoms y los Serfers (que fueron más tarde Green On Red). Los miembros de la banda Conflict eran de diversidad étnica, reflejando el parentesco que las minorías encontraban en el punk. Karen Allman, su cantante japonesa, lo rememora:
‘Nuestra bajista, Mariko, era una mujer japonesa que se mudó a los USA cuando tenía 20 años. Su marido era un bajista profesional de la orquesta de Philadelphia y se conocieron cuando estaban de gira por Japón unos años antes. Yo estaba donando sangre en la Cruz Roja de Tucson y ella admiró mis zapatos, los cuales había comprado en Harajuku. Le pregunte si ella podía tocar el bajo y me respondió que pensaba que podía aprender. En realidad, ella era pianista clásica y afinadora de pianos, ¡y su marido la enseño! Nuestro batería, Nick, era de origen ruso y Bill ucraniano mezclado con mexicano. Así que teníamos una buena mezcla. Un gran número de nuestras canciones iban de temas sociales, identidad multirracial, violencia contra las mujeres, racismo y cosas así’.
La proximidad a L.A. hizo que entrara el punk mucho antes a Arizona que, a muchos otros lugares, y Allman recuerda cómo se metió al principio en ello:
‘Mi amiga Deb y yo conducíamos para ver a nuestra amiga Cortina Bandolero, una artista que estaba estudiando diseño en L.A. Ella pinchaba a los Sex Pistols - y yo dije, ‘¡esto es horrible!, ¡ponlo de nuevo! – los Boomtown Rats y ese material. Regreso a Phoenix y trabajaba en una tienda de discos y amablemente me prestaba todo tipo de cosas, como los primeros Ultravox con Joh Foxx, los Jam, el primer single de X y más cosas. Los discos se colaron en nuestra tienda de discos independiente y los comprábamos, los grabábamos y los cambiábamos… Encargue un libro de letras de X antes de haberlos escuchado tocar una nota y todavía lo tengo. Empecé a escribir reportajes de la escena para periódicos locales y después para Slash, NY Rocker, etc… Me golpeo hasta tal punto que quizás yo podía hacerlo también, lo que me llevo a los Tampon Eaters – que ganaron un concurso del nombre más odioso e inolvidable que tuve con unos amigos al volver de un espectáculo de Ultravox’.
La semilla de los Conflict fueron los Tampon Eaters en 1979 con Allman y el futuro batería de Conflict Nick Johnoff. La formación de Conflict que grabó en vinilo se juntó en 1981, después de que el guitarrista Zach Hitner los dejara para unirse a Civil Death y fue reemplazado por Bill Cuevas. Hitner era el responsable del diseño de muchos flyers para los conciertos locales, e hizo portadas para los Supersuckers y todavía es diseñador gráfico. Johnoff tocaba en Conflict y en Civil Death, y era responsable de la contratación de muchos conciertos locales. No es sorprendente que Conflict estuviera en los carteles de la mayoría de las bandas que pasaban de gira, y a parte del Backstage, había un montón de extraños garitos DIY por toda la ciudad.

‘Tocábamos en todo tipo de lugares’, recuerda Allman, ‘una zapatería de Van, un sótano en el sindicato de la universidad de Arizona, un concierto en un salón de Rock against Reagan, un bar country, una iglesia abandonada, las escaleras frontales de un edificio en ruinas, el tejado de una fraternidad. Tocamos con Black Flag, DOA, Hüsker Dü y muchas bandas más. Algunas veces los grupos se quedaban en mi apartamento en la sexta calle apilados en mi sofá cama o en el suelo. Podríamos salir a tomar pizza o comprar cosas de segunda mano, hablar sobre fenómenos psíquicos o de política o solamente salir por ahí. Algunas veces ir por primera vez al desierto, lo cual es espeluznante y maravilloso cerca de Tucson o ir hasta L.A. atravesando el parque nacional del bosque Joshua Tree. Conozco la reputación punk, pero todo el mundo era muy agradable, feliz de tener un lugar donde dormir’

No hay comentarios:

Publicar un comentario