GOING UNDERGROUND 12. Miami Vice

Antes de las navidades de 1983, conducía por la Costa del Golfo de Florida para visitar a mi hermano en Sarasota. Sus amigos Pagan Faith tocaban en New College, así que nada más llegar a casa desde Pennsylvania estaba saliendo de nuevo por la puerta para cruzar el estado. Llegue a su casa con una sudadera con aspecto deportista para descubrir un lugar repleto de sus amigos punks de Florida con aspecto más amenazante pululando por allí con sus chupas de cuero y sus pelos de punta. Es irónico que encontrase a los punks de Florida más intimidantes que los punks de una gran ciudad. El show era en una pequeña sala de lectura del campus, y solo una docena de personas se volcaron en él. El guitarrista de Pagan Faith medía 1’94 m, pesando 160 kg y se llamaba Jack Pizza y también tocaba en una banda de Tampa llamada The Wankers, banda que se enorgullecía de la gordura de sus miembros e hizo una canción genial llamada Too Skinny For Love. Nunca he visto antes ni después un guitarrista que fuese tan grande que pareciese estar tocando una guitarra de juguete.
Pagan Faith era una banda hardcore de Florida decente, pero sus mejores temas eran versiones. Hacían versiones brillantes de Faster and Louder de Dictators y Riot Squad de Toxic Reasons. Unos cuantos de nosotros andábamos revoloteando por un estrecho pit entre los asientos de la sala de lectura y el escenario, con mi hermano y yo siendo de los últimos en irnos. Una chica se empeñó en salir al pit y obstruirlo, lo que irritó tanto a una de las chicas punk de la peña de Tampa que intentó tumbarla dándole un puñetazo en medio del caos. Desafortunadamente la cara de mi hermano paso por ahí justo en ese momento y ella le rompió la nariz. Recuerdo ese extraño momento de unión fraternal en el que mi hermano y yo éramos lo únicos bailando con la sangre brotando de su nariz cubriendo toda la camiseta, acabando la canción en una lucha con sangre por todos lados cubriéndonos a ambos. Me puedo imaginar lo que cualquier reportero – o cualquier persona ajena – hubiese pensado de esa escena si hubiese entrado en ese momento. Con esa sensacional historia sobre el slam y la violencia punk, se hubiera confirmado lo peor que cualquier padre se temía.
Mientras estaba en casa de mi abuela en Miami durante las vacaciones, hubo un show en el Flyin’s Ocean 71 en North Miami Beach con los asombrosos adolescentes locales Gay Cowboys on Bondage. Flynn era el nuevo local para la escena punk de Miami, un bar indescriptible en el primer piso de un hotel decadente de Miami Beach. Este hotel bien puede haber sido el mismo en el que Jeffrey Lee Pierce se alojó mientras escribía material para el disco de Gun Club The las Vegas Story, una semana que el definió como uno de los tiempos más infernales de su vida. Ciertamente es uno de esos tipos de lugares sin salida en los que se podía haber escrito la canción Give up the Sun:
A lo largo de la orilla/ las gaviotas recogen y los huesos y el vidrio
El viejo judío recuera Broadway/ entre los neumáticos y los cristales
Yo intento recordar Broadway/ tenía un amigo allí arriba por lo menos
Y ella no me puede ayudar ahora
South Beach todavía no se había reinventado y todo Miami Beach parecía estar en un estado de decadencia sin final. Kenny Inouye de Marginal Mann lo recuerda claramente en Flynn:
‘Recuerdo cuando entramos allí, me metí en el recibidor del lugar para ver donde estaba el club y los muebles estaban un poco manchados, un poco sucios. El techo tenía goteras y había cubos por todos lados. Pensé ‘este es el vestíbulo, no es como el cielorraso bajo el techo y se me ocurrió que era el sumidero, y luego se me ocurrió que bien podría ser el desagüe del sumidero. Me pareció una situación muy desagradable.
‘Cuando se contrató el show ellos nos dijeron, ‘si, tenemos un trato con el hotel en el que estamos y os alojaremos en el hotel’, ¡Así que pensamos que estaba guay! Tuve una visión sobre alojarme allí, no el tipo de visión sobre Las Vegas – pero tuve ese tipo de visión sobre un lugar cursi como la sala de estar de un Holiday Inn, y nos alojaremos allí, un lugar razonablemente limpio, habrá agua corriente y esas cosas. La habitación parecía estar sucia, y tenía un extraño olor, el baño – nos daba repelús darnos una ducha en él. Creo que no había ducha y tenía un aspecto amenazante. Recuerdo como un baño alternativo cuando nos metimos en el océano. Me asustó porque no había nadie allí. Y recuerdo ver todas esas fotos de Miami Beach en las que está colapsado, y pienso, ¿Qué está pasando aquí? ¿Era ese un siglo diferente? Y me quedo pensando ¿está el agua contaminada?’
‘Una de las imágenes más vivas de pasear por ahí – soy yo pensando, ‘¡hey tíos, va a estar realmente bien! Con esa imagen que los norteños tenemos de Miami Beachv – y una de las primeras cosas que vi en los primeros 5 minutos es ese tipo meando en la acera. Y no trataba de ocultarse. Dije, ‘Tíos, es lo que creo que es’, y ellos dicen, ‘Sip, es lo que crees que es. La habitación del hotel era mala – lo mejor que recuerdo de la habitación del hotel es que tenía aire acondicionado, ya que pasamos mucho calor ese verano conduciendo en Miami. Steve, nuestro cantante, decido quedarse en la furgoneta’
Aunque Miami no tenía mucha escena musical en los primeros años del punk americano, no carecía del todo de ella. The Eat y The Essentials fueron puntales de la primera escena, además del rock paleto de Charlie Packett and the Eggs y otras bandas como Crank, US Furies, Gay Cowboys in Bondage, F y Nobody’s Heroes seguían su ejemplo. La realidad es que había un buen número de punks por todo South Florida, además de buenos fanzines como Mouth of the Rat y Suburban Relapse, pero al igual que LA y otras escenas, al principio no estaban avisados de la existencia de otras escenas. Open Records en Fort Lauderdale, que era una tienda de discos y un pequeño sello independiente, tuvo un gran protagonismo en cambiar eso. Sacaron una recopilación en 1982 con bandas como The Eat, The Essentials, The Bobs y Charlie Pickett and the Eggs y era uno de los mejores sitios donde la gente podía ir a comprar discos e informarse de conciertos. También había dos tiendas en Miami, Yesterday and Today y Yard Bird, además de mi tienda local en Jupiter, Moondog Records.
Randy ‘Biscuit’ Turner de los Big Boys dijo una vez, en apoyo a todas las bandas que al menos lo intentaron, que casi todos los grupos tenían al menos una buena canción y su existencia merecía la pena sólo por eso. The Eat no solo tenían una canción genial – Communist Radio – sino que tuvieron la decencia de grabarla y editarla. Para el público más joven como yo mismo, la mayoría no tenía DNI’s falsos para poder entrar en los clubs, escuchar The Eat en la radio o tener disponible para comprarlo en una tienda de discos era las únicas formas que teníamos de saber de ellos. Ese precioso pedazo de vinilo era una parte indispensable del desarrollo del punk en Florida. Era como un goteo de información sobre el punk rock derramándose en nuestras vidas ya que siempre pareció que el punk era algo que estaba sucediendo en todos los sitios – en DC, LA o New York. Era como una revelación para muchos de nosotros descubrir que teníamos nuestro propio punk rock, y que podía ser tan bueno como en cualquier otro lugar. The Eat fueron una tremenda inspiración para la siguiente oleada de grupos de la escena. El establecimiento del Flynn’s fue el último avance, un garito estable que permitió a todos los grupos nacionales venir y a las bandas locales abrir para ellos. Hasta la llegada del Flynn’s, Miami estaba fuera de las listas de sitios por donde girar debido al tema económico. No estaba de camino a ninguna parte, y sin embargo había que dar un buen rodeo desde cualquier sitio.
Gay Cowboys in Bondage era una banda de miembros de 15 años en su mayoría excepto el jornalero del punk Pete Moss, que había estado en los Essentials y también reprodujeron con F.Since el concepto de shows para todas las edades inexistentes en Miami, y raramente entraban en clubs si no era para tocar. Cuffs of my Hands de su primera demo fue uno de los primeros himnos para todas las edades, denunciando el hecho de que tenían que arriesgarse para colarse en los conciertos. Su música punk golfo y variado, de algún modo era similar al sonido infantil de los más jóvenes Mortal Micronotz de Kansas. Incluso lograron tener algo de atención en el underground nacional, con la edición de su 7” Owen Marshmallow Strikes Back, sacado por el sello Sublapse de Barry Soltz de Suburban Relapse. Los descubrí por su casette de 16 canciones de 16 We’re Not gay but The Music Is, una de las mejores ediciones salidas de una banda de Florida de la época y divertida para empezar.
La banda más responsable para enlazar el punk de Florida por todo el estado fue Roach Motel. En Gainesville, se habían mantenido firmes desde que se formaron en 1980 y ayudaron a montar el Slam Fest 82 en el Star Garage. El show presentaba a Hated Youth, The Sluts, Rat Cafeteria, Voodoo idols y Terminal Fun, y fue una de las primeras veces que los punks del norte y el centro de Florida se encontraron y se informaron sobre sus escenas. También fue la presentación de Sluts, que eran una de las únicas bandas de New Orleans de la época y de cualquier lugar de la región. Sluts se labraron una existencia pionera girando en solitario en el Sur, recorriendo sin descanso de un lado a otro desde Austin a Miami, tocando donde podían. Los shows se celebraban en un local al azar tras otro a principios de los 80, y Roach Motel abrieron para Black Flag en una gira a nivel estatal en 1982 en todos los antros punk de todo el estado. A causa de esto, fueron la primera banda punk de Florida en descubrir y enlazar con otras escenas locales, y ayudo a bandas de Florida a abrir sus propios circuitos para girar. El guitarrista Jeff Hodapp, que se unió a Roach Motel después de ese tour. Lo recuerda:
‘A pesar del evidente estancamiento en las letras y los conciertos de la banda, tuvimos bastante trabajo. Teníamos nuestro fanzine, Destroy, para publicitarnos a nosotros mismos, montar giras y conciertos para bandas nacionales y locales y en realidad editar discos – al menos no escuchados en North Florida.
‘South Florida – Miami, Fort Lauderdale y West Palm Beach – a primeros de los 80, al contrario de lo que opina la gente, tenía una de las mejores escenas de los USA. Había competidores y fanzines bien escritos y una docena, más o menos, de buenas bandas, la mayoría de ellas tristemente mal grabadas’
Roach Motel empezaron a subir a tocar a Tallahassee en el Smitty’s, un bar en las afueras de la ciudad cerca de la frontera estatal con Georgia, que era el hogar del garito local Hated Youth. Esta fue otra ventaja para el punk en Florida o de cualquier otro lugar con bares en mal estado que tenían clientelas mínimas, no le importaba si eras alienígena, siempre y cuando trajeses algo de dinero. La mayoría de los bares de mala muerte redneck hacían conciertos. A su vez, Hated Youth bajaron a Gainesville para abrir para Minor Threat en el American Legion Hall, además de tocar bolos con Negative Approach y Necros.
En el concierto de Flynn’s fui por los Gay Cowboys in Bondage, la banda toco un repertorio genial y salí un poco después sólo para empaparme del placer de ser menor de edad y salir solo. Sin esposas en mis manos había visto una banda. Una chica punk grande y con el pelo de punta vino y comenzó a hablarme, reconociendo que yo no era parte de la escena local. Su nombre para este propósito era Diane y hablamos y bebimos algunas birras hasta las 4 de la mañana que el bar cerro. Me pregunto si yo podía llevar de vuelta a su amigo Randy, así que los tres nos montamos en mi furgoneta Pinto y condujimos por el corazón de la ciudad de North Miami Beach. Randy era un tipo largo, gordo y punk gay con chaqueta de cuero negra que vivía en un pequeño tráiler con su padre White trash fumador y bebedor de cerveza.
Randy nos dejo la cama a Diana y a mi y se tumbo en un sofá. Yo, un joven virgen, no pille ninguna pista al respecto y rápidamente fui a dormir. Cuando despertamos por la mañana, las intenciones de Diana se volvieron claras y empezamos a enrollarnos. Como toque surrealista a la atmosfera, Randy se quedo escuchando con su estéreo pinchando su elaborada colección de discos. Pasamos por todo, desde los Beatles a Gun Club y a Minor Threat y tuve que elogiarle por su gusto. Fue la primera y la última vez que he tenido una sesión de amor presidida por mi propio DJ personal, y desde entonces nunca me he enrollado con una música tan buena.
Me causo buena impresión Diane, ya que ella me llamo unos pocos días después para ver si quería ir a su casa en Fort Lauderdale para pasar unos días. Ansiosamente acepte, sabiendo que todo esto conducía inevitablemente a esa cosa misteriosa llamada sexo. Después de salir un rato, intentó convencerme para ir a un espectáculo de lucha profesional con ella. Yo había sido aficionado a la lucha de niño, en los tiempos de Jerry Morales y Sheik, antes de que los luchadores elevaran el deporte a una elaborada puesta en escena tipo Hollywood. De hecho, por mi sexto cumpleaños me dieron de regalo una revista de luchadores – normalmente no sería digno de recordar, si no es por el hecho de que la compraron a un vendedor callejero en Irán, donde resulta que estaba en esa época, Mi aversión por el nuevo tipo de lucha, sin embargo, y mi deseo de alejarme de la cultura redneck tanto como fuese posible me hizo declinar la invitación. Siendo joven y despistado, también falle al ver la posibilidad de que podía ser un estímulo para nosotros para participar en nuestra propia lucha sudorosa. Se ganaba la vida decentemente vendiendo herramientas por teléfono, e incluso me forzó a hablar con uno de sus clientes de Minnesota diciendo que era su primo. Sus clientes masculinos la amaban, y ninguno de ellos tenían ni idea de que estaba comprando docenas de llaves inglesas a una chica a la que habrían echado de casa si fuera su hija.
Según se manejó en algún momento en esos días, me convertí en uno de los incontables punks en superar su falta de confianza en el mundo adolescente ‘normal’ para tener sexo en un mundo donde los juegos tradicionales sociales y las inseguridades no importaban. Pleasant Gehman, un miembro de la primera escena punk en Hollywood, recuerda entrevistar a Nirvana y que el antiguo guitarrista de Germs, Pat Smear, le dijera orgullosamente enfrente de toda la banda que ella había sido la primera chica con la que él había dormido. Jack Rabid recuerda el factor de atracción como una de las grandes alegrías de la primera escena punk de New York.
‘El primer amor serio de mi vida lo encontré en abril del 81 en un concierto de Undead en el Pippermint una noche de domingo por 2$, cuenta Rabid, ‘ella llevaba una chapa de Circle Jerks. Así es como podías acercarte a una chica, cualquier chica, y decirle ‘tienes una chapa de Circle Jerks, ¿Dónde la has conseguido?’ No estas coqueteando con ellas en absoluto, realmente querías saberlo. ‘¿Cómo has oído hablar de ellos?, nadie los conoce’. Y ella respondería, ‘bueno, soy de L.A.’ Y más pronto que tarde estarás hablando con ella unas dos horas. Con un tío sería el mismo rollo. De esa forma era muy natural’
El único problema de los pocos días que pasé en casa de Dian era que no le había dicho a nadie en Miami donde iba ni a mis padres les hice saber donde estaba. Solo desaparecí un día. ¿Qué podía contarles?
‘Hola mama, hola papa. Estoy en una casa de Fort Laudeldale teniendo sexo sin protección con una chica que alegremente ha confesado haber dormido con la mitad de la escena punk de Miami, muchos de los cuales le dan a la heroína. Regresare a casa pronto’.
Solo tenía que aparecer tarde o temprano e inventar algo. Para alivio de mi madre, es lo que hice. Mi hermano mayor, viendo que algo olía mal, intento destrozar mi coartada comentando algo sobre la multitud de chupetones en mi cuello. Lo miré con odio y dije algo de unas picaduras de mosquito.
Entre mi despiste en mi primer concierto punk y mi despiste de mi primera vez en una cama, me sentí como los Minutemen lo hicieron cuando describieron sus primeros días:
Aprendimos el punk rock en Hollywood/conduciendo desde San Pedro
Éramos unos estúpidos/fuimos a beber y a bailar pogo
Ese era yo en pocas palabras; un puto fantasma. Por supuesto que eso era lo genial del punk rock. Yo estaba en buena compañía.
Había un montón de gente que se preguntaba si la actitud straight Edge de las bandas de DC incluía un voto de castidad, debido a la frase de Minor Threat ‘No bebo, No fumo, No follo, joder, al menos puedo pensar’ de la canción In My Eyes. Interpretada ampliamente como una promoción de la pureza a través de la abstinencia, Ian McKaye tuvo que explicar en entrevistas una y otra vez que era solo la creencia en la responsabilidad moral en el enfoque de las relaciones sexuales.
‘No, no, no’ protesto McKaye cuando un entrevistador de máximum R&R consideraba que la distinción era entre el sexo animal y el encuentro más "serio “ ‘Porque tú puedes ser animal si quieres. Eso depende de ti. Tiene mucho más que ver con la forma de hacerlo y en como lo valoras, como una marca de tiza en el cabecero de tu cama, como un marcador. Si crees que puede hacerte mejor si lo haces todo el rato, pues bien, es de lo que estoy hablando. El sexo es obviamente importante, si no ninguno de nosotros estaríamos aquí. Y, además, es genial. No estoy contra el sexo. No soy asexual. Estoy en contra de esa forma superficial de abordarlo’
En el otro extremo de la mala interpretación, John Stabb intentó decir lo mismo en Notch to My Crotch y se encontró con la gente una vez más tomando los textos al pie de la letra.
‘Iba sobre Black Flag’, explicaba Stabb, ‘toda esa actitud de ‘bueno, si te vas con él a la furgoneta, tienes que hacerlo con el resto de la banda – y con el roadie’ escribí Notch to My Crotch por gente como Mugger (cantante de los Nigheist e infame roadie de Black Flag) y Bill Stevenson. Pero la gente se la tomó en serio, decían, si, John Stabb, Notch to My Crotch. ¡No iba sobre mí! Éramos lo contrario, como Casey de DI invitándonos a un apartamento de fiesta y pasar el rato con unas chicas, y nosotros dijimos, no, necesitamos poner una lavadora. Pete Moffet, nuestro batería, fue preguntado: ¿quieres un trago? ¿quieres fumar hierba? ¿quieres pasar el rato con alguna chica?’
‘Pete respondía: ¿tienes un lavadero donde pueda lavar mi ropa interior? Porque él era feliz cuando podía hacer esto con sus calzoncillos y sus calcetines y colgarlos de una barandilla. Solo tuvo un rollito en todo el tiempo que estuvo en GI, que yo sepa, y fue con una chica que conocía del instituto. Ella andaba diciendo, ‘He estado tirando los tejos a Pete años y nunca me ha prestado atención’ Diez años después el salió del armario, y vive con su novio ahora, y yo me di cuenta, oh, eso explica su comportamiento de entonces’.
Aunque Steve Albini recordaba a Jeff Pezzati de Naked Raygun ser la principal atracción para las chicas cuando Pezzati estaba en Big Black – y todos en Naked Raygun eran imanes de chicas guapas y atractivas – Pezzati niega que los miembros de Naked Raygun siempre fueran así de populares con las mujeres.
‘Todos en Nayked Raygun han sido siempre altos, John (Haggerty) medía 1’88 y yo 1’90. Pierre era el único bajito. Teníamos bastante buen aspecto, pero nunca conseguíamos chicas. No sé, parecía como si la gente que andaba por el backstage fuesen tipos de 18 años que les gustasen los comics. ¡Yo todavía leía comics! Creo que las chicas del punk rock eran generalmente demasiado inteligentes para llevar ese rollo de groupies. El punk rock iba sobre la música. No estábamos pensando con nuestras pollas’
Pezzati mantuvo fidelidad al manager de la banda y a su esposa, Karen, así que él se mantiene de algún modo inmune al hecho de que mientras que las mujeres del punk rock eran demasiado inteligentes para actuar de esa manera, había groupies igual que las había en cualquier lugar del mundo de la música, especialmente según se hizo la escena más y más popular. Una amiga mía se burlo de su estilo a finales de los 80 se burló de su naturaleza lanzándose al escenario en un concierto de Naked Raygun y agarrándose falsamente a los pies de Pezzati, dejándolo mirando hacia abajo y preguntándose qué demonios estaba haciendo. También hombres. Otro amigo mío durmió con el cantante de una banda en gira cuando era un adolescente, y su novia feminista le perdono porque lo veía como un tipo de fantasía punk hecha realidad y que no pudo evitarlo.
Estaba la famosa cita de Johnny Rotten en la que decía que el sexo ‘solo eran dos minutos de ruidos agitados’ y esa actitud prevalecía en cierto sector de la escena punk. Los chicos que habían sufrido abusos incluso estaban adormecidos con el sexo. Otros querían distanciarse de toda la objetificación que llevaban las ideas tradicionales de hermosura, amor y sexo, y el punk era una forma de abrazar un aspecto que irradiaba asexualidad. El fotógrafo Geoff Cordner recuerda salir con Karla, cantante de las bandas de Austin Toxic Shock y God On Drugs, con quien todos en Austin parecían estar prendados:
‘Nos reunimos en la parte trasera de un callejón después de una representación artística de algún rollo punk/new wave – eso era antes de que nadie distinguiera entre el punk y la new wave. Todo el mundo estaba bebiendo cerveza y nadie estaba hablando mucho ya que éramos un grupo profundamente incómodo – parecía que ese era nuestro punto común – el punk como una reunión de perdedores rabiosos y rechazados quienes, sin suficiente cerveza en nuestro cuerpo, estaban cómodos consigo mismos para realmente estar cómodo con los demás. Era un rollo poderoso saber que había otros tan jodidos como tú. Muchas veces, al menos para mí, eso era lo mejor que ibas a conseguir. Y Karla estaba allí, con aspecto inquieto, mirando al suelo o a la pared o solamente a la lejanía, sin hablar mucho. Ella llevaba probablemente una chupa de cuero sobre una sudadera o una camiseta rota y quizás alguna clase de pantalones bondage o una falda sobre unas medias, botas, corte de pelo casero encrespado y ella era hermosa.
‘Recuerdo mirarla y pensar, ‘eres una chica hermosa, porque te vistes de forma horrible’, aunque sabía la respuesta. Era la misma razón por la que todos lo hacíamos. Era porque – perdóname, Karla por poner mis palabras en tu boca – nos sentíamos feos. Las crestas se mantenían de punta con jabón y huevo y se teñían con Kool-Aid, sin espuma ni gel, ropas andrajosas cosidas con imperdibles, no era una moda que podías comprar en el mercado cerca de la plaza donde te haces un piercing en la lengua. Eran una declaración anti-moda. Nos parecía desagradable en su momento. Estábamos diciendo ‘Si, estamos jodidos. No encajamos. Y jódete por hacernos sentir así’.
‘A menudo me parecía que ser hermosa es lo que le hacía a Karla estar incomoda. No podías evitar fijarte en ella, y no creo que ella quisiese hacerse notar’.

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