En la cara del protagonista que se queda después de entregar el paquete se adivina que tiene claro que él lo puede hacer mejor. Acaba grabando la canción que da título al film de la única forma que se hacía en Jamaica, cediendo todos los derechos de composición e interpretación y esto le empuja a volverse un gangster antisocial.
Lo que pudo ser otra bonita historia del sueño americano del protagonista alcanzando el éxito desde la nada se convierte en el sueño jamaicano: ganja, pistolas y usureros de la música quedándose con todo mediante contratos leoninos.
¿Como no ponerse del lado del protagonista?
SWEET AND DANDY, SWEET AND DANDY!!!!
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