Después de una pequeña temporada vacía de pogo en Madrid surge este fanzine para llenar ese hueco. Así que si en su momento preferiste gastarte las 150 pelas que costaba en cerveza y te quedaste sin él, te brindamos la oportunidad de ojearlo o leerte hasta las grapas:
Como sello hay que agradecerle el haber editado buenas bandas....y otras no tan buenas, así que os invitamos a pasaros por su tienda vallecana y comprarle sobre todo música.
La frase no es literal, pero algo parecido se le escucho al guitarrista de Sex Museum haciendo referencia a la llegada de melenudos en tromba con ganas de reventar sus tímpanos de rock, punk, garage, hardcore, hard rock , power-pop y todo lo que lleve guitarras.
Y lo iban a encontrar en antros oscuros que invitaban a la perdición como Malandro, Nueva Visión, El Muro, Via Lactea, Vaca Austera, etc... (el Penta que se lo queden los de la movida). De noches de alcohol y algo más (se gentrificarian yonquis, pero no sus aficiones) saldrían grupos con largas carreras (Enemigos, Sex Museum, Def Con Dos) y también unos pocos que no pasarían de sacar uno o dos discos, tocando para unas pocas personas en el mítico Agapo (por donde pasaron bandas ibéricas y de todo el orbe y donde Johnny Thunders tangó a sus músicos diciendo que el concierto era por la filosa mientras contaba billetes en una esquina), el Ya'sta, Siroco cruzar la Gran Vía hacia la sala El Sol, El Templo del Gato (donde llegaron a tocar unos Offspring teloneando a NOFX antes de dar el pelotazo con Smash) o acercarse a la sala Revolver después de fallecer el Agapo si tenían un poco más de ambición.
El barrio se había convertido en una pequeña Australia, si comparamos sus escenas musicales, no tenían unos Radio Birdman o Saints pero si a los Pleasure Fuckers.
Bandas que quedaron documentadas en ediciones de sellos como Romilar-D, Imposible Records, Animal Records, Mondo Stereo, Roto, No Tomorrow, Safety Pin durante los años 80 y 90 y en algunos casos vieron llegar el nuevo milenio y ampliando el radio de acción de lugares donde tocar a Trilobyte, donde a veces eras recibido con una pantalla de televisor emitiendo primeros planos de una almorrana, Rock Palace o finalmente Gruta 77 y Wultritzer Ballroom.
Y luego llegaron las hordas vikingas echando fuego con sus guitarras y parecía que habían descubierto la piedra filosofal cuando se llevaban años pateando culos en los alrededores de la plaza del 2 de mayo.
No son únicas ni exclusivas (se podían encontrar bandas con gustos y actitudes similares por todo el estado, Andalucía, Galicia, Asturias, Catalunya...)
Una buena oportunidad para asomarse a esta ventana y ver todas esas ediciones que acababan de forma irremediable en la Metralleta madrileña a 995 y después a 6 euros el CD y a la cobertura que se les daba desde la prensa musical gratuita o la revista Ruta 66.
Un jueves cualquiera, sus calles podían sonar así:
