Del exceso de
conciertos en 1985, el punto álgido fue ver a los Bad Brains.
Tocaron en el City Gardens y excepcionalmente les llevo mucho tiempo
subir al escenario – la hierba te hará esas cosas – pero en
cuanto Dr. Know se enchufó y lanzó su primer acorde supe que iba a
ser algo que nunca había escuchado antes. Su amplificador Marshall
emanó un sonido distorsionado espeso y zumbante que me pateo en el
intestino. Siempre había visto a un número de bandas suavizarse
desde sus primeros días, y los Bad Brains ya habían abandonado
grabar hardcore con la edición de I Against I, así que fui feliz de
verlos entrar en erupción a través de su viejo material con toda la
furia loca por la que se hicieron legendarios. HR hizo volteretas
hacía atrás, sus gordas rastas girando por todos lados, y se arrojó
por todo el escenario como un maníaco.
Earl golpeaba como un demonio y con increíble precisión. El muy
negro de 1m 92 se mantuvo alto y sombrío arrancando sin esfuerzo las
líneas de bajo con sus dedos relampagueantes sobre el diapasón,
estaba a la altura del nombre que HR le había otorgado como doctor
musical.
Como
siempre, la gente trataba de bailar con los Bad Brains y la gerencia
hablaba por la PA amenazando con finalizar el show. En contraste con
la complacencia de algunas bandas hacía esas sugerencias de los
managers, los Bad Brains miraban con hostilidad y reprendían a los
clubs por no permitir divertirse a los chavales. Nunca había visto a
una banda tan enfadada en un club. La mayoría de los grupos eran
solo felices por tocar en un concierto, por ser pagadas así que
raramente amenazaban al City Gardens por su política restrictiva.
Estuvo bien ver una banda de la estatura de los Bad Brains plantarse
y decir ‘no queremos vuestras putas reglas, no queremos tocar para
una pandilla que no les permiten moverse’ Pero ellos estaban
atascados en un profundo dilema: si querían irse del club siendo
unos gilipollas, eran los fans los que salían perdiendo. Siguieron
tocando, pero no se les veía muy felices.
Me
senté con Darryl después del concierto, que tenía la mirada más
peligrosa de ellos pero que en realidad era el más amigable. Enchufé
mi grabadora y llevé a cabo una divagante charla/entrevista de unos
45 minutos, que se convirtió en una de las más interesantes
conversaciones que he tenido con el miembro de una banda. Para su paz
mental, él tenía un lugar en el septentrional New York para
alejarse de la ciudad cuando está le volvía loco. Dijo que algunos
de sus vecinos de allá arriba no sabían cómo tratarle, pero que le
dejaban en paz. Estoy seguro de que era algo como un eufemismo,
porque debido al conservadurismo atrasado y al racismo pocos lugares
rivalizaban con el New York septentrional.
Tenía
curiosidad por cuanto racismo se encontraron en los USA tocando
conciertos, si tuvieron problemas con los skinheads, pero Darryl dijo
que en la mayoría de los sitios que tocaron en los USA habían
estado bien. Solo unas pocas veces en los primeros días hubo
incidentes.
‘Una
vez en el CBGB’s’, le contaba a Damaged Goods en 1981, ‘la
gente de atrás andaba diciendo ‘negratas, putos negratas’ Fueron
expulsados. Y una vez en Virginia. Creo que era bastante divertido
cuando la gente actuaba así. Es excitante, lo ven como algo a lo que
tienen que rebajarse, decir e intentar ver como reaccionamos. Creo
que es divertido cuando la gente hace eso. No me lo puedo tomar en
serio. Somos del sur y estoy acostumbrado a eso hasta cierto punto.
Se cómo es caminar por algún lugar y sentir, saber que soy negro –
no es un problema. Muchos de los sitios donde tocamos, somos las
únicas caras negras en el lugar. Eso está bien’
Parte
de su comodidad con eso venía de una oscura banda punk de
Philadelphia llamada Pure Hell, un grupo de la era 77 que fue la
primera banda punk toda negra del país. Existe escasa historia sobre
ellos, y solo se editó un 7” por ellos (en UK) con una versión de
These Boots Are Make For Walking y una original en la cara B llamada
No Rules. Eran la banda a los que Bad Brains le daban crédito por
hacerles sentir que estaba bien ser negro y punk. Pure Hell tocaron
en el CBGBs en el 77 y salían por la escena de NY, tocando en el
Lyceum de Londres y saliendo con los Stooges, New York Dolls y Johnny
Thunders, grabaron con Motorhead y según cuentan eran los tipos más
amistosos del mundo. Michael ‘Spider’ Sanders, el frontman,
falleció en 2002. Mucha gente de Philly a los que él les contaba
las historias salvajes de los años de la era Please Kill Me solo
pensaban que era un tipo un poco loco, sin darse cuenta de que era
todo verdad. Michael Clarke de Inflammabel Material Records en
Londres recuerda estar asombrado por las contorsiones y giros
corporales de Spider cuando los vio abrir para los UK Subs en una
noche insoportablemente calurosa en el Lyceum.
La
peor experiencia que Darryl Jennifer había tenido fue en Europa, en
un show en Amsterdam. Alguien del público se había estado burlando
y le había llamado negrata, así que él se desprendió de su bajo y
salto del escenario para cerrar la boca de ese tipo. Antes de darse
cuenta, estaba rodeado de gente que le quemaba con cigarrillos. En la
violenta e impredecible escena punk squatter de Europa, muchas bandas
americanas de gira aprendieron a tragarse su orgullo para sobrevivir.
‘Volví
a subir al escenario de nuevo’, decía él.
Él
no hablaba mucho de religión – HR parecía ser el miembro más
serio de la banda sobre estudios de la Biblia – pero habló sobre
la historia de la banda y sobre sus intermitentes relaciones. A menos
que los Bad Brains estuvieran de gira, la voz que se corría era que
estaban separados, lo cual lo caracterizó como que se tomaban
descansos de todo hasta que sintiesen de verdad ganas de tocar de
nuevo. HR era el principal instigador de esas separaciones, porque no
quería hacer nada más que tocar reggae (el hardcore no servía a
Jah) y Dr. Know y Darryl Jennifer estaban más a favor de tocar
material crudo y ruidoso. Lo que resultó de esto fue que HR se lanzó
a una carrera en solitario tocando reggae, llevando a su hermano Earl
con él, y cuando los Bad Brains se juntaban ellos ya no grababan más
canciones reggae. El problema con eso fue que el reggae en solitario
de HR ni siquiera me parecía tan bueno como el de los Bad Brains. El
legado de Bad Brains se contaminó aun más cuando Dr. Know y Darryl
buscaron sustitutos a las voces y la batería para girar como Bad
Brains. Lo que equivalía a que ‘Un Poco de Bad Brains’ era
todavía mejor que la mayoría, pero cualquiera que los hubiera visto
con HR y Earl sabía que era una pálida imitación del rollo real.
En
muchos aspectos, los Bad Brains nunca habían sido aceptados en las
éticas del undeground, y simplemente fueron relegados a ello debido
a la extrema naturaleza de su música. Aunque ellos parecían
disfrutar de ser parte de ello. La hostilidad con la que los Bad
Brains habían sido denunciados como oportunistas hambrientos de
dinero unos años atrás por bandas como MDC fue difícil de sostener
cuando los MDC se convirtieron en otra de las bandas que molestaban a
la pobre nueva generación de promotores novatos en busca de
garantías. Ese fue uno de los mayores dilemas del punk rock. Era
bonito y bueno hacerlo por amor al arte, lo cual era lo que la
mayoría de las bandas hacían, pero los veteranos se cansaron de
tener que pagar en esencia para tocar. Entre giras, la mayoría de
las bandas tenían trabajos diurnos con los que sacaban dinero para
salir de gira, después de la cual perderían demasiado dinero en
esas giras y se verían obligadas a regresar a sus trabajos diarios
para volver al punto de partida.

Ahí
es donde el underground fue en gran medida un fracaso, en su
incapacidad de apoyar la existencia de la mayoría de las bandas que
compusieron el underground. Si no tenías ambiciones de abandonar tu
hogar o hacer solo pequeñas giras regionales, estarías bien. Como
lo demuestran las historias de las giras de DOA en el libro de Joey
Keithley I, Shithead, incluso las bandas con más nombre apenas
podían llegar a fin de mes haciendo giras nacionales. Las más
pequeñas sufrían fuertes pérdidas. Esas que empezaban a tomar una
posición unitaria de exigir garantías a menudo se ponían a ellas
mismas fuera del alcance de los promotores DIY de poca monta, quienes
tenían un ejército de prometedores esquiroles punk disponibles
dispuestos a tocar por casi nada. A su vez, esto forzaba a las bandas
más grandes a tocar en clubs que podían pagarlas, aunque las
garantías no siempre significaban algo. El propietario del Electric
Banana en Pittsburgh era famoso por llevar un arma en una funda y
estafar a casi todas las bandas que tocaban allí.
El
éxito de Bad Brains incluso iba en contra de ellas. Porque hacía el
final de la década eran una banda de mayor nivel con una oficina de
managers que podían buscarles sitio en clubs donde la mayoría de
las bandas hardcore tenían denegado su acceso, ellos se quedaban
atrapados en las políticas de mierda de esos clubs. Era un buen
ejemplo de las desventajas de ir por la ruta establecida. En los
shows de los centros comunitarios, no había hombres de negocios con
verborrea gritándote lo que podías y no podía hacer. Los Bad
Brains deberían haber reído los últimos cuando cantaban ‘no
puedes permitirte el lujo de cerrar las puertas, tan pronto no
más,,,’ pero teniendo que abrir puertas por medio de un gran
conjunto nuevo de problemas. Era imposible no bailar con su música,
pero pocos clubs lo permitían. (A día de hoy, cuando escucho el
álbum ROIR, mi visceral respuesta es arrojarme sobre cualquier cosa
que se pone por delante) Si los chavales podían organizar sus
propios shows – sin restricciones – eso beneficiaba a nuestra
propia escena, ¿Cuál era el momento de intentar entrar por esas
puertas?
Marginal
Man tenían una historia entretenida respecto a este tipo de
conflicto, en un show ellos tocaron en el Channel de Boston. Llevaban
un mes en esa gira en particular, y ya habían tocado 28 conciertos.
Debido a una reciente avería en la furgoneta habían tenido que
viajar desde Maryland con todos los miembros de la banda y su equipo
en la camioneta de la madre de Steve Polcari. Kenny Inouye llevaba
tumbado sobre las guitarras en la parte de atrás 6 horas, con su
cabeza a una pulgada del techo.
‘Era
como un ataúd’, recuerda Inouye, ‘solo que un ataúd es mejor
porque al menos tienes algo de espacio. Llegamos a Boston, y para
enseñarte lo que cambian tus prioridades cuando llevas tiempo en la
carretera, estábamos en el Channel y la cosa es que lo que realmente
nos excitaba es que nos trajeron una bandeja de delicatesen. Nos
estábamos alimentando. ¡Hablo del instinto animal! Dios mío, es
comida. Tocamos ese show, y fuimos avisados antes por esa gente de
que ‘no iba a haber slam dancing. Vamos a parar el concierto si hay
cualquier clase baile’. Y dijimos, ‘vale, está bien’ Yo,
personalmente, me lo tomé en serio porque era un secreto bien
conocido que el Channel estaba en manos de la mafia de Boston. No
necesitaba más problemas, no necesitaba ninguna clase de problemas’
‘Las
primeras 2 bandas salieron y no hubo problemas. Luego salimos y
después de 3 canciones nos dicen los de seguridad desde el otro lado
del escenario: ‘vamos a aparar el concierto si esos chavales
continúan así’, y solo estaban dando saltos arriba y abajo, ni
siquiera corrían entre ellos. Así que me quede, que más da.
Después de 6 canciones, nos desconectaron, literalmente. El rollo
fue que nos desconectaron mientras tocábamos Mising Rungs, y a la
vez que la energía se iba del amplificador y la PA, acabábamos de
empezar esa parte de la canción del final, sabes, que canta ‘raza
de ratas’. Así que todo lo que podías oír era la batería y a
todos esos chicos del público cantando. Fue gracioso, estar de pie
en el escenario, no podías hacer sonar tu guitarra, y buscabas a un
lado del escenario a los propietarios o a los managers y estaban
mirando petrificados porque tenías a 600 o un millar de chavales
cantando algunas palabras ininteligibles a ritmo con la batería, y
era algo muy tribal lo que sucedía. Y no sé si se divertían con su
locura o estaban petrificados o enojados porque se terminó el show’
‘Después
de que la canción terminó se me ocurrió que no podíamos
divertirnos, sino que deberíamos estar desanimados, en ese momento
solo nos preocupábamos de evitar que empezase un disturbio, porque
el público estaba mosqueado. Nos dimos cuenta de que una palabra
equivocada desde nuestro lado podía desencadenarlo todo. Intentamos
mantener al público en calma, dijimos: ‘hey, mirad, regresaremos,
tocaremos en algún sitio guay la próxima vez, no queremos problemas
porque la gente puede resultar herida’ Todo el mundo lo dejo de
forma pacífica, gracias a dios. Así que cargamos nuestro equipo en
la camioneta, y la mayor parte del tiempo que pasamos cargándolo,
los gorilas nos estaban picando para empezar una pelea. ‘Si, sois
un atajo de gilipollas, si, esto y lo otro, bla, bla, bla’ Y según
cargaba la última guitarra, un gorila me gritaba, ‘¡Nunca más
tocareis en esta ciudad!’
‘Me
sentí como si fuese uno de esos músicos MGM blancos y negros de los
años 40, sabes, ‘fuera de aquí, nunca tocareis…’ Como si
estuviese en una película mala de medianoche. Solo empecé a reírme.
No podía parar. Cuando me di cuenta de que me estaba riendo pensé,
‘oh dios mío, van a machacarme la cabeza’ Afortunadamente no lo
hicieron, pero esos tipos me preocupaban’
‘Nos
fuimos del club en la camioneta, y todos decíamos ‘no me lo puedo
creer’ Después de unos 10 minutos fuera de la ciudad, Andre se
inclinó y dijo, ‘hey Kenny, por cierto, cumpleaños feliz’ Y a
mí se me había olvidado por completo que era mi cumpleaños. Lo
había olvidado del todo. Se llamó a la policía para cancelar el
concierto, estás cerca de montar un disturbio… es fácil olvidar
que es tu cumpleaños’
Los
expertos habían observado la línea plana de EKG durante años, y
declaraban con autoridad que el punk estaba muerto, kaput, el cadáver
empezaba a pudrirse. ¿Quiénes eran esos imbéciles azotando a ese
caballo muerto?, se preguntaban. El sonido de la radio universitaria
era lo que estaba en marcha – REM, los dBs, Del Fuegos, Green on
Red, Pylon, los Feelies – no ese ruido que esos mocosos en
almacenes alquilados insistían en poner.

Estaba
revisando los listados de clubs en el Philadelphia Inquirer un día
cuando me sorprendió ver a los Vandals que iban a tocar en un lugar
llamado The Underground Dance Club en Bensalem. Pensé que debía ser
alguna banda local llamada The Vandals, pero de todas formas decidí
ir. Nunca oí hablar del club, y apenas sabía dónde estaba
Bensalem. Resultó ser un pequeño pueblo pegado a la I-95 a unas 20
millas al norte de Philly. El club era uno de los más guays que
había visto, un pequeño sótano con luces oscuras, grafittis de
neón y viejas noticias colgadas de los Sex Pistols y otras bandas
sobre el muro.
Una
banda de Jersey llamada Bodies in Panic abrieron el show para una
sala vacía, y soltaron su mierda con un corto repertorio. Entonces
efectivamente, vinieron los Vandals que conocía y amaba. Todo el
público eran ahora unas 5 personas; los tipos de la banda telonera y
yo. Sin dejarse intimidar por la falta de gente, los Vandals lo
dieron todo. Stevo, su cantante, salió con un viejo reproductor
tocadiscos en su cuello e hizo scratch como un campeón en Ladykilla.
Tocaron la mayoría de su repertorio de Peace Through Vandalism y
When In Rome Do as the Vandals, continuando con su tradición de
canciones cowboy con Mohawk Town, y el humor raro con Viking Suit
(‘él quiere ser Leif Erikson/descubrir América/pero no lo es/solo
es un fotógrafo/al que le gusta tomar fotos de pequeños chicos
vestidos de vikingo…’)
El
EP Peace Through Vandalism de los Vandals quizás fue el clásico
punk más divertido, con su himno cowboy Urban Struggle, documentando
la curiosa coexistencia del club punk de Costa Mesa el Cuckoo’s
Nest con un bar cowboy pegado a su lado llamado Zubi’s. Los
constantes enfrentamientos entre los punks y los cowboys en el
parking son muy citados como la razón de que las autoridades de
Costa Mesa cerrasen el Cucko’s Nest en 1981, poniendo al
propietario Jerry Roach fuera del negocio y poniendo fin a uno de los
mejores garitos de Orange County de la época. La canción Pat Brown
referenciaba un incidente en el que el infame amigo de TSOL y los
Vandals intentaron sacar fuera a 2 polis del club, con los policías
disparando contra su coche mientras huían. La canción fue escrita
por el hermano del guitarrista de TSOL Ron Emory, uno de los miembros
originales de Vandals.
Pat
Brown – Es un chalado – Si, te diré porque – En una cacería –
el gatillo se resbaló – alguien casi muere – Un Masaje Circular
recibió una descarga de escopeta – él no puede pagar 50 pavos por
cabeza – La Tienda de Música tiene una parada de ventas a
medianoche – ‘Hola Amplis Marshall’ – la tienda de estéreos
fue golpeada incluso más – pero Pat quedó atrapado – En el
Cuckoo’s Nest hizo lo mejor – Para joder a algún cerdo.
Por
mucho que la gente quisiera rechazarlos por ser como una banda de
broma, la amistad de TSOL con los Vandals tuvo obviamente un efecto
sobre ellos en cuanto a permanecer imprevisibles en los primeros
años. Los Vandals eran una de las pocas bandas, además de los
Dickies, de estar a la altura de del desafío
de igualar la calidad de su música al nivel de su ingenio. Al mismo
tiempo, compartían la misma idiotez de Huntingtn Beach como muchos
de sus iguales. Vandalizar y aterrorizar era una forma de vida. Joey
Escalante lo lamentó pronto en Flipside:
‘No
podemos tocar con TSOL, ya que Jack intentó mearse encima mío en el
Cuckoo’s Nest y yo pare en medio del repertorio y los matones del
garito le pegaron. Y ahora él quería que me disculpase por no
dejarle mearse encima de mí. Yo estaba realmente desanimado,
¿debería dejarle mearse encima de mí? Ellos eran nuestros mejores
amigos y no podremos tocar con ellos más’
Jack
Grisham recuerda un incidente gracioso en el Cuckoo’s Nest, después
de que un grupo de amigos suyos que aparecieron con las caras
pintadas como en la naranja mecánica y que se metieron en una pelea
y los echaron del club. Jerry Roach llamó a TSOL para que tocaran, y
por lo problemático que Grisham era, les dijo a todos sus amigos que
fueran con la cara pintada de blanco a su show. Más tarde, Roach, le
devolvió el favor, cuando teatralmente Grisham regreso a patearlo
el culo.
‘Una
noche, estaba bebiendo cerveza y estaba realmente temeroso por si
aparecían los polis ya que parecía que estaba perjudicado –
llevaba puesto un pequeño vestido, pestañas y demás mierda y los
polis me dicen: ‘Van a a amarte en el condado, ¡capullo!’ y yo
respondí, ‘oh, mierda’ Así que cuando se dieron la vuelta, salí
corriendo y ellos me persiguieron. Los gorilas me pillaron y todo lo
que Jerry Rach hizo fue: ‘les diré que te dejen marchar si tú les
dices a los de la cara blanca que no vuelvan’, y yo respondí ‘se
lo diré’ De todos modos, me tenían…’
Joey
Escalante me vendió una camiseta después del show en Bensalem y me
dijo que iban a tocar 2 días más tarde al otro lado del rio en un
asador de New Jersey que montó conciertos por breve tiempo. El
cartel se veía demasiado bueno para ser verdad: Ruin, Butthole
Surfers, Vandals y Kraut. No me di cuenta de que era un concierto
para todas las edades que empezaba a las 4 de la tarde. Aparecí a
las 8 de la tarde, me perdí todo menos los tercos de Kraut. Todo el
suelo del asador estaba cubierto de cucarachas de papel de los
Butthole Surfers, que son a los que quería ver. La noche fue
redimida en parte por una grabación de Vandals para mi programa de
radio que fue la más divertida hasta el momento.
Hey
chavalín, entra el coche, somos amigos de tu madre. Si, chavalillo,
somos los Vandals, amigos de tu madre. Entra al coche. Tenemos un
traje de Vikingo que te dejaremos llevar. Vamos, entra en el coche.
¿Tienes hermanas pequeñas?

Los
Minutemen vinieron a Philly ese otoño, tocando en alguna sala
espaciosa al oeste del Center City. La banda era una de las pocas que
habían logrado ampliar enormemente lo que la gente consideraba punk
rock, aunque todavía permanecían aceptados y amados como ‘uno de
los nuestros’ en el mundo punk. Estaba algo desconcertado cuando me
encontré con los amigos Deadhead ya que en la escuela era un gran
fan de Minutemen, pensando que a un hippie no podía gustarle una de
mis bandas. Nunca se me había ocurrido que en ese momento esa banda
era tan accesible musical y políticamente a los hippies. Uno de los
momentos geniales que recuerdo del show fue a la banda tocando Tour
Spiel, y Mike Watt paseando el micrófono en el estribillo con una
gran sonrisa en su cara. Fue un gran contraste con el Mike Watt
mayor, pelo cano e intenso que vi pasados los años en Firehouse.
Con
su reciente show en mente, fue un shock recibir una llamada el día
después de navidad en Florida del guitarrista Matt, contándome que
D Boon había muerto en un accidente de coche el día anterior. Fue
la primera vez que una leyenda punk que había sido parte de mi
experiencia moría. Pensé que Boon sería extrañado más que otras
personas, solo porque él tocaba y cantaba con una sinceridad que no
era usual en el punk. Por añadidura, Minutemen eran una banda única
en su mejor momento. Coincidieron con el épico doble álbum de
Hüsker Dü Zen Arcade con su propio doble disco, Double Nickles on
the Dime, seguido con Project Mersh, y justo terminado de grabar
Three Way Tie antes de verlos. Su trabajo grabado era asombroso por
los 5 años que sacaron vinilos, abarcando un centenar de canciones.
Lo
que les hizo tan inusuales para la escena de LA fue lo diferente
culturalmente que eran con cualquier otra banda de su entorno. Los
Angeles – a pesar de su tremendo tamaño y extensión – tuvo un
mal hábito de producir la mayoría de las cosas, incluyendo el punk,
dentro del mismo molde. Aunque San Pedro lo podía haber sido en otro
estado o universo por la forma en que fue representado por The
Minutemen, se sospecha que eran más la excepción de la norma que lo
habitual. Aunque, según decían ellos, el punk cambió sus vidas,
ellos iban con su fondo y sus raíces más allá de los que el punk
les permitía definirse.
‘En
cierto sentido, el hecho de que Pedro fuese redneck culturalmente me
ayudó, porque era como estar en una botella térmica’, recordaba
Watt en Bass Player. ‘Vi mudarse bandas a Hollywood, y de repente
no podían escribir más canciones. Hay algo sobre experiencias de la
vida real que te permitía salir con nuevas ideas. Algunas veces es
bueno darse de bruces contra la pared, donde necesitas aprovechar al
máximo lo que tienes’.
El
aura de clase trabajadora de los muelles de Pedro, junto con D Boon
que tenía un hermano mayor que había servido en Vietnam, ligó a
Minutemen mucho más fuerte a la cultura de finales de los 60 más
que de primeros de los 70. Su música era canción protesta de la era
Vietnam, y sus valores eran una especie de valores socialistas de
clase trabajadora heredados, de la misma forma que Gary Floyd de los
Dicks llegó a ello, más que cualquier cosa aprendida
intelectualmente.
Una
década después me encontré un grupo de surferos viajeros de San
Pedro en El Salvador, y uno de ellos me prestó un bootleg de
Minutemen que él tenía y que escuché según viajábamos por el
país juntos. Fue algo oportuno, ver lo mucho que la banda había
cantado sobre la involucración de los USA en Centro América y El
Salvador en particular. Como esperarías de alguien de San Pedro, los
surferos pensaban de su rincón de la gran extensión de LA como
cualquier agujero de mierda. Los Minutemen eran solo alguna banda
local con la que ellos crecieron viéndola tocar. Conocían a los
miembros de la banda y a sus familias y hablaban de como la partida
del hermano mayor de D Boon a Vietnam había producido un efecto
profundo en Boon políticamente hablando.
El
momento cumbre de nuestro viaje por El salvador llegó en el camino
de vuelta desde San Salvador después de pasar una noche excitante
escondiéndonos y siendo buscados por bandidos armados en la remota
costa este del país. Nick y yo estábamos en la parte de atrás del
bus, el cual había decidido coger a cada ser humano que estaba en la
carretera, sin importar lo lleno que estaba. La gente viajaba en los
parachoques traseros aferrada a la puerta trasera abierta, la
escalera u otra gente mientras dentro había un aplastamiento insano
de personas a cada lado y encima de nosotros; fuimos enterrados bajo
una avalancha de gente. La siguiente canción de Minutemen de mi
cinta empezaba con D Boon aullando:
¡ESTO
NO ES UN PICNIC!
En
1985 el sello SST se había convertido en un gigante, con una
fenomenal lista de bandas y ediciones, incluyendo a Black Flag,
Minutemen, Meat Puppets, Hüsker Dü, los Bad Brains y los
Descendents. Vendían más discos que muchos sellos indie en el país,
y la calidad de sus grupos creaba gran expectación sobre cualquier
cosa que editaban. Cuando el guitarrista de Black Flag Greg Ginn
fundó el sello, no pudo haber previsto el futuro y lo rápido que
crecerían. Por editar material de muchas bandas que no encajaban en
el estereotipo
del punk convencional, Ginn también siguió su camino para mantener
la frescura de la escena punk.
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